Rickson Gracie: Una vida fluyendo

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Para ponernos en contexto, es importante explicar que la familia Gracie es la gran impulsora del ahora conocido “Brazilian Jiu Jitsu”. Los Gracie son descendientes de escoceses que aprendieron a luchar a principios del siglo XX gracias a los emigrantes judokas japoneses. Los primeros hijos de los emigrantes escoceses fueron Hélio y Carlos Gracie, quienes son considerados los padres del Jiu Jitsu. Uno de los hijos de Hélio fue Rickson Gracie.

La primera parte de este libro nos sumerge en la infancia y adolescencia de Rickson, y en la singularidad de ser un Gracie, un vínculo que le marcaría desde su nacimiento. Rickson comenzó a luchar desde niño y entró en la escuela a los 7 años. Durante los años 50, entrenaba junto a sus hermanos y primos en Río de Janeiro. En la academia donde entrenaban, cada día les daban kimonos limpios y no tenían que preocuparse por nada más. Su dieta era simple, sin alimentos procesados: solo cereales, frutas, verduras y algo de carne, siguiendo la famosa Dieta Gracie.

Desde pequeños, los hijos de Carlos y Hélio Gracie fueron entrenados para ser grandes luchadores. Mientras que Carlos era el hermano mayor, líder espiritual y encargado de la alimentación, Hélio cumplía el rol de General. Los hermanos Gracie eran grandes soñadores, pero también muy estrictos y conservadores, enfocados en tener hijos para que algún día se convirtieran en luchadores. Muchos de sus hijos fueron concebidos con las criadas.

Durante su adolescencia, Rickson coqueteó con la delincuencia y las drogas, pero rápidamente se encarriló y a los 17 años ya era un gran luchador e instructor de renombre. Río de Janeiro, en aquellos tiempos, era un lugar hostil con grandes desigualdades, y Rickson se veía constantemente envuelto en reyertas, algunas de ellas legendarias. Su vida consistía en entrenar, dar clases y hacer surf, su otra gran pasión.

Por esas épocas, ya prometía ser el mejor Gracie, y la trágica muerte de Rolls Gracie le orientó más en ese camino. Comenzó a participar en varios torneos hasta que se enfrentó al gigantesco y temible “Rey Zulú” en un combate de vale tudo, del cual salió vencedor. El “Rey Zulú” le felicitó y le dijo: "Tú has tenido ayuda, yo soy un luchador hecho a sí mismo".

Rickson Gracie empezó a meditar y a desarrollar un sistema de respiración gracias a su maestro espiritual Orlando Cani, con quien estuvo siempre vinculado. Desde entonces, el acto de respirar se convirtió en un aspecto fundamental de su evolución tanto como persona como luchador.

Ya en la mitad del libro, nos adentramos en la filosofía de vida de Rickson, centrada en el respirar. A lo largo de sus relatos sobre sus combates legendarios, narra cómo desarrolló una mentalidad que le otorgaba confianza y una habilidad técnica imbatible: de sus 20 años activos como profesional, Rickson jamás perdió un combate. De hecho, él afirma que el último combate que perdió fue cuando tenía 14 años.

Su metodología de combate era sencilla, pero efectiva. Rickson confiaba profundamente en lo básico y fundamental. Su estrategia consistía en conocer el miedo del rival, olerlo, ser un luchador completo y poseer una gran fortaleza mental. Una vez logrado esto, solo quedaba esperar, cautelosamente, e ir avanzando poco a poco, como una anaconda, hasta finalizar con una llave de brazo o una estrangulación desde la espalda.

En su etapa madura, Rickson decidió, junto a su esposa e hijos, mudarse a Estados Unidos para expandir el Jiu Jitsu junto a sus hermanos, especialmente Rorion, con quien tuvo grandes diferencias. Ya en California, Rickson fundó su propia academia. Posteriormente, se aventuró a luchar en Japón en torneos de vale tudo, ganando grandes sumas de dinero y estableciendo una estrecha relación con el país, donde peleó contra oponentes diversos, saliendo siempre vencedor.

Rickson también pasó por una época de dolor y abandono debido a la muerte de su hijo Rockson. Después de tres años de devastación, se mudó de nuevo a Río, se divorció y comenzó una nueva vida.

En líneas generales, Breathe, a Life in Flow es uno de los mejores libros de Jiu Jitsu que he leído. Se trata de una autobiografía épica y singular de lo que posiblemente sea el mejor Gracie de la historia. Rickson es una especie de samurái moderno, un hombre con valores profundos y una gran fuerza mental.

En su etapa madura, Rickson se dedicó a seguir expandiendo el arte marcial a través de la idea del “Jiu Jitsu Invisible”. Su objetivo no era convertir a sus alumnos en grandes luchadores, sino en grandes personas.

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