La Honestidad en el Jiu Jitsu

Por Francisca Hernández / Dojo Ronin

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Pocas artes marciales pueden ser tan sinceras como el Jiu Jitsu. Y esto, por varias razones:

1. EXPOSICIÓN Y LUCHA CONSTANTE

Prácticamente en todas las sesiones de entrenamiento te expones a luchar (y a perder) y puedes luchar muy cerca de tu 100%.
No es como en otras disciplinas (como boxeo, kickboxing, karate, etc.) que puedes
pasar toda una vida entrenando sin jamás enfrentarte a una persona real que se
mueve y piensa por cuenta propia.

En otras artes marciales, de hecho, es más
“fácil” evadir el contacto: puedes quedarte entrenando sólo con el saco o hacer
fórmulas (como el kata) al aire, en solitario, o incluso entrenar sólo combinaciones
coreografiadas de antemano con tu compañero sin nunca correr el riesgo de abrir
espacio a la espontaneidad y la sorpresa.

Además, en otras artes marciales,
muchas veces los grados altos se excusan de una participación más activa
justamente por eso, porque son “grados altos”, y pueden quedarse en una esquina
mirando a los “otros” ejecutar sus técnicas. Puedes hallar, en estas otras
disciplinas marciales, practicantes con grado de cinturón negro que...
¡nunca han peleado en su vida!

En Jiu Jitsu no pasa eso. En jiu jitsu tienes que probarte cada sesión. Medirte constantemente con otros. Validarte. Eso significa que tu dominio corporal y precisión técnica, tu efectividad, hablará por ti y no tu relato, no tu vestimenta, nil os parches rimbombantes o los tatuajes agresivos e intimidatorios que ostentes en tu piel. 

En el jiu jitsu cuentan sólo los hechos y tu desempeño. No hay espacio para los cuentos; la charlatanería, del que dice ser “bueno”, se desploma rápidamente una vez que lo finalizan de forma seguida y frente a todos en la academia.

Además, por su formato, el jiu jitsu te permite luchar fuerte, cerca de tu 100%
de capacidad, cada vez. Eso no puede ocurrir en otras artes marciales ligadas al
striking (como el kickboxing o el muay thai), porque la gente terminaría destrozada
a los pocos minutos y las academias de artes marciales perderían clientes en
forma masiva (con lo cual se hundiría el negocio). Por eso, en escuelas de
combate con golpes e impacto, el sparring fuerte no puede ser pan de cada día.

Al revés: ese sparring “suave” es más bien un juego, donde los rivales se palmotean
en vistas a descubrir “ventanas” por dónde entrar y, eventualmente, hacer daño. El
trabajo que se desarrolla ahí no es el de acabar con el oponente (porque si
hicieras eso, rápidamente te quedarías sin compañero de entrenamiento), sino
que se buscan otras habilidades: aprender a usar el espacio y manejar la
corporeidad frente a otro ser vivo que también se mueve. Como sostengo en mi
libro, lo más importante en el combate es la capacidad de “lectura” para saber
utilizar las oportunidades a tu favor (el timing preciso para acometer con una
acción, cosa que no se puede entrenar de forma solitaria ante un saco ni
ejecutando movimientos al aire).

¡Pero eso los sparrings suaves no son más que
jugueteos, al fin y al cabo! Cuando se combate en disciplinas tipo striking, hay que
medirse mucho y, de este modo, tal refreno falsea muchas veces el desenlace
del combate.

Pero el jiu jitsu, por sus reglas intrínsecas, sí permite que despliegues todo tu
potencial y veas de cuánto eres capaz... y eso lo puedes hacer cada semana,
cada día de entrenamiento. ¡Aprendes sobre tus propios alcances y límites! Y
sin fingir, sin engaños ni auto-engaños: queda al descubierto cuán bueno eres,
cada vez.

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2. COMPETENCIAS


Si bien el jiu jitsu es un arte marcial, hoy en día está más cargado hacia el
deporte que hacia la defensa personal, le duela a quien le duela. Posiciones como
la retención en norte-sur o cuadrúpedo, por ejemplo, no tienen ningún sentido en
términos de defensa personal. Y de “un triángulo” es posible salir mordiéndole los
genitales al rival, cosa que deportivamente está prohibida. Lo mismo si te retienen
en norte-sur: es cosa de morderle el pecho al adversario y ya está.

Pero más allá de eso, el jiu jitsu tiene la grave limitación de que es uno a uno: no sirve
frente a más adversarios. Y en la calle, los chicos malos nunca andan solos.
Frente a ellos, lo que menos querrás será tirarte al piso (donde el jiu jitsu es
eficaz): te meterán 15 puñaladas entre todos.


Por eso, hay que ser honestos: el jiu jitsu está hoy más enraizado en el ámbito
deportivo que en el de defensa personal. Esto no es malo; simplemente, se trata
de tener en clara la identidad de cada cosa y que no te pasen gato por liebre. Por
eso, pues, también el enfoque metodológico: hay técnicas “prohibidas” en ciertos
niveles (como “la mano de vaca”, las llaves de pies, etc.) justamente porque el
currículo está hoy orientado hacia la competencia. “Pasar la guardia”, tres
puntos... “Raspar”, dos puntos... Y así.

A eso queríamos llegar. Las competencias. Ahí es donde se mide en términos absolutos cuánto entrenaste. Si bien luchas en cada clase, el cúlmine es el torneo: el hecho de enfrentarte a una persona desconocida que también está dispuesta a arrancarte un brazo si es que no tapeas o si es que el árbitro no interviene a tiempo. Por lo mismo, acá hay máxima honestidad. No te salvará ningún discurso, no podrás fingir.


A su vez, soy devota de la idea de que competir te hará progresar. Mientras más
compites, más avanzas, porque en ese crudo enfrentamiento es tu rival quien te
revela tus debilidades: te dice en qué fallaste, por qué perdiste. Nunca he
extraído mayores lecciones. Cada vez que compito, obtengo un plan de trabajo:
sé qué debo pulir para no volver a fracasar.


En definitiva, el jiu jitsu es una disciplina más cargada hacia el deporte y eso
significa que el rendimiento deportivo está cruzado por competencias. A no ser de
que el evento sea sucio y/o esté arreglado de antemano, habrá máxima
sinceridad, porque el otro es un rival desconocido que no tendrá misericordia
contigo: él también quiere ganar y no se dejará perder.

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3. SISTEMA DE GRADUACIÓN


En el jiu jitsu, el proceso de graduación es tan largo que generalmente las
personas que han alcanzado colores avanzados (morado, café, negro) lo han
logrado porque llevan un buen tiempo entrenando. En otras palabras, en jiu jitsu,
si portas un cinturón avanzado, es porque de verdad llevas años de dedicación, y
el tiempo se ha encargado de curtirte. A estas alturas, los que estaban por
moda, ya no siguen. Los que no sentían verdadera pasión, ya han abandonado;
los que no tenían la disciplina que requiere el aprendizaje del jiu jitsu, ya
desertaron en blanco o azul.


Además, el sistema impide, por ejemplo, que obtengas grados avanzados a corta
edad, cosa que no pasa en karate, por ejemplo. En Japón, hay niños karatekas de
14 años que ya son cinturón negro. Para mí, eso es un sinsentido. Prefiero en ese
caso el jiu jitsu, donde se exige una cierta madurez para ser cinturón morado, café
y negro.

Y es que el mejor Jiu Jitsero no es el más vigoroso o el más ágil, sino el que lucha de forma más estratégica, el que aplica mayor inteligencia, como en un juego de ajedrez. Un tonto no pude fingir ser inteligente, pero una persona inteligente sí puede fingir ser tonta.


Cualquier persona puede aprender a lanzar un combo. Eso es intuitivo. Pero
aprender a luchar inteligentemente, incluso con la capacidad de retener y/o
someter a su rival sin hacerle daño, eso no es tan fácil. El striking, para ganar,
exige hacer un daño demoledor. Pero el jiu jitsu permite ganar sin destruir;
puedes forzar al rival a que se rinda sin dañarlo. Hacer eso con habilidad y
delicadeza exige años de práctica y una gran dosis de inteligencia y madurez.
Como sostengo en mi libro, puedes armar a un peleador en pocas semanas, pero
a un artista marcial que haga jiu jitsu lo construyes en años. Toma incluso
décadas. El tiempo siempre es un filtro natural y separa lo fingido de lo
honesto.



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Por Francisca Hernández Busse / Dojo RoninDoctora en filosofía por la Pontifica Universidad Católica de Chile. Triple Cinturón Negro (Karate, KickBoxing y Esgrima Japonesa) y Faixa Roxa en Jiu Jitsu Brasileño. Atleta de Ihcer Sport.Instagram: @dojoroninchile
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